Limites y pasiones (2da. Parte)
Al día siguiente
New York
Lance
Me despierto con el sonido constante de la licuadora; Karina ya está en la cocina. Me incorporo con cuidado del sofá, frotándome los ojos, y camino hacia el baño para despejarme. La discusión de anoche todavía pesa en mi pecho, el recuerdo de su mirada frustrada y sus palabras punzantes me persigue. Sé que exageré al intervenir en su trabajo, pero lo hice pensando en ella, en su talento. Aun así, no puedo negar que la lastimé.
Salgo del baño y la encuentro concentrada en preparar el desayuno, el aroma del café recién hecho llena la cocina, mezclándose con la luz cálida que entra por la ventana. Respiro hondo y me acerco con cuidado, levantando las manos en señal de paz.
—Buenos días… ¿podemos hablar sin que me quieras matar? —digo, con un hilo de humor en la voz para aligerar la tensión.
Ella se gira lentamente, sus cejas arqueadas, pero con un pequeño gesto que indica que está dispuesta a escuchar.
—Buenos días… está bien —responde, con voz firme pero m