Sombras de engaño (1era. Parte)
Tres días después
Londres
Williams
Mi amigo Harry continúa con la tarea que le encomendé: descubrir los movimientos del jefe de la mafia rusa y su familia. Pero mi mayor preocupación ahora es saber si Michael ha conseguido su cometido. Por eso lo llamo, apretando el teléfono contra mi oído.
—¿Michael, podemos hablar o me devuelves la llamada después? —pregunto, tratando de que mi voz se mantenga firme, aunque la tensión aprieta mi pecho.
—Abuelo, tranquilo. Podemos hablar sin que nadie nos moleste, estoy en mi departamento —responde él, con un hilo de orgullo y satisfacción que no logro descifrar.
Si no mantengo control sobre estas piezas, todo se desmoronará, pienso, frotándome las sienes.
—Cuéntame, ¿cómo van nuestros planes?
—Abuelo, tenías razón. Hice lo que me dijiste con el agente aduanero: lo despedí para que nos ayudara la esposa de Lance —dice Michael, con un dejo de seguridad en su voz.
—Perfecto. La chica está involucrada en el negocio. Ya sabes qué hacer: acércate a ella lo