Capítulo veinte.
Sofia estaba preparada para ser recibida fuera del juzgado de paz por una lluvia de luces, era muy consciente que las cámaras esperaban por ellos, decenas de periodistas luchando por tener la mejor toma de ese momento que, al menos en apariencia, debía ser perfecto.
Pero apenas pasaron la puerta, Sofia solo alcanzó a divisar un manchón rojo que se dirigía hacia ella, su cerebro no lo pudo procesar a tiempo, y solo pudo sentir los brazos de Alexander rodearla, hasta que finalmente, sintió el frío del líquido rojizo recorrer su brazo y parte del vestido, estaba aturdida no comprendía qué era lo que pasaba solo podía ver el rostro furioso de Alexander.
— ¡¿Estás bien?!, ¡¿Sofia, estás bien?!
Su voz estaba bañada de una preocupación verídica, mientras la única mano limpia del CEO, acariciaba su mejilla y solo entonces se percató de que el traje de Alexander, al igual que su otra mano estaba manchada con un líquido rojo, la había cubierto.
— ¿Esto…? —preguntó viéndose a ella misma y como s