77. La Disculpa Real
Dos días después de la confrontación con Lucía, cuando Isidora regresó a la mansión para recoger sus últimas pertenencias, encontró a Matteo esperándola en el vestíbulo. Lucía más delgado de lo que recordaba, ojeras profundas marcando su rostro.
—Isidora —dijo cuando ella entró, su voz cargada de algo que sonaba como desesperación contenida—. ¿Puedo hablar contigo? Solo cinco minutos. Después nunca más te molestaré si no lo deseas.
Isidora sintió instintivamente querer rechazarlo. Había tenido suficientes conversaciones, suficientes disculpas vacías, suficiente drama emocional.
Pero había algo diferente en su postura. No era la arrogancia usual. No era manipulación calculada. Era algo más cercano a rendición completa.
—Cinco minutos —aceptó finalmente—. Pero aquí, en la sala. No en privado.
—Por supuesto. Lo que tú quieras.
Se sentaron en sofás opuestos, la mesa de centro entre ellos como barrera física. Caterina pasó, reconoció la tensión, y discretamente desapareció.
Matteo se inclin