78. Espacio para Sanar
Esa noche, Isidora regresó al apartamento de Diego físicamente exhausta pero mentalmente más clara que en meses.
Él estaba cocinando algo que olía a ajo y hierbas frescas. Cuando la escuchó entrar, salió de la cocina limpiándose las manos en un trapo.
—¿Cómo fue?
—Complicado. Matteo estaba allí. Hablamos.
Diego se tensó visiblemente.
—¿Te lastimó?
—No. Nada así. Solo habló. Realmente habló por primera vez. Sin defensas. Sin excusas. Solo verdad cruda.
—¿Y cómo te sientes?
Isidora se dejó caer en el sofá, pasándose las manos por el cabello.
—No lo sé. Confundida. Aliviada. Todavía furiosa pero menos. Es complicado.
Diego se sentó junto a ella, manteniendo distancia respetuosa.
—¿Quieres hablar o prefieres distraerte con comida italiana?
Ella sonrió a pesar de todo.
—Tu comida nunca es mediocre. Pero sí, quiero hablar.
Le contó todo. La confesión de Matteo. Su admisión sin filtros de lo que había hecho y por qué. Su reconocimiento de que no había redención posible.
Diego escuchó sin inte