46. El Segundo Diseño
La gala terminó cerca de la medianoche. Isidora había sobrevivido a tres horas más de conversaciones superficiales, sonrisas forzadas y miradas evaluadoras. Cada músculo de su cuerpo estaba tenso, cada nervio al límite.
Cuando Julieta finalmente anunció que era hora de retirarse, Isidora sintió un alivio tan profundo que casi la mareó.
Luca y Julieta se adelantaron en su propio auto, argumentando que tenían una reunión temprano al día siguiente. Eso dejó a Matteo e Isidora solos en el segundo vehículo de la familia, un Mercedes negro con ventanas polarizadas.
El chofer abrió la puerta trasera. Isidora entró primero, deslizándose hasta el extremo más alejado del asiento. Matteo entró después, pero mantuvo una distancia respetuosa entre ellos.
El auto arrancó en silencio. Barcelona pasaba por las ventanillas, las luces de la ciudad creando patrones hipnóticos en la oscuridad. Isidora apoyó su cabeza contra el vidrio frío, cerrando los ojos brevemente.
—Estás exhausta —observó Matteo.
—Ob