18:30 hs. - Damián.
—Hoy no te vas a escapar, lo sabes, ¿no?
—Que no, tranquilo. Pero primero tengo que ir a buscar a Lau, que está agobiadísima con Barrientos. ¿Puedo?
—¡Pírate, anda! Si no estás aquí a las siete, te traigo de los cojones.
Ya no iba a poder estirar más el momento. Esa tarde mis compañeros me iban a fusilar a preguntas sobre mi vida privada y no iba a poder escaparme de ninguna forma. Laura era, en parte, mi salvación. Así como yo iba a ser la de ella en un par de minutos.
Llegué a la misma cafetería del otro día y allí me la encontré. Me esperaba sola en una mesa, tan guapa como siempre y con cara de pocos amigos.
—Por fin llegas...
—¡Oye! Vaya carita me llevas...
—Tú porque no sabes lo que es tener un pesado siguiéndote todo el día de arriba a abaj... —se interrumpió ella sola al verme levantar las cejas—... Vale, sí que lo sabes. Pero a ti no parecía molestarte mucho la presencia de Clara.
—Si tú supieras... En fin, vámonos, que Cristian y los chicos nos están espe