21:30 hs. - Salomé.
—¿Qué hacés acá? Te estoy esperando hace media hora.
—En cualquier momento viene Damián. Vístete o enciérrate en tu cuarto.
—Qué fría que sos a veces...
La calma era necesaria. El día había sido demasiado ajetreado y necesitaba distanciarme un poco de Fer, quien parecía que todavía tenía fuerzas para continuar. No es que llevábamos todo el día "dale que te pego", pero igual...
—Dale... —insistió.
Por la mañana, una vez se fue Damián, nos metimos en mi habitación y lo hicimos varias veces. No paramos hasta las tres de la tarde, cuando Fer se tuvo que ir a hacer un trabajo de urgente en no sé dónde. Más o menos a esa hora me telefoneó la señora Mariela, diciéndome que no fuera ese día a su casa porque Guillermo no se encontraba del todo bien, por lo que tuve toda la tarde para terminar de dejar la casa impecable. Fer volvió a las ocho con más ganas de marcha. Cenamos, me ayudó a recoger la mesa y después nos fuimos a mi habitación para continuar lo que habíamos dejad