09:30 hs. — PERSPECTIVA: Salomé.
Abrí los ojos y lo primero que hice fue girarme hacia mi derecha en busca de Damián.
No estaba. No había pasado la noche en casa.
Su lado de la cama estaba impoluto, con la sábana intacta y la almohada sin una sola arruga. Y me enfadé... Sabía que no debía, pero me enfadé de todos modos. ¿Qué más tenía que hacer para que me perdonara? Había dejado que me tratara como a un trozo de carne el día anterior, había perdonado que se fuera por ahí sin avisar y, encima, lo había animado a que se divirtiera y que no se preocupara por mí. ¿Por qué me seguía torturando entonces?
Y lo llamé, vaya que si lo llamé.
—Contesta, cabronazo...
Pero no, no contestó.
Cogí la almohada y ahogué lo que hubiese sido un pedazo de grito contra ella. La rabia me estaba consumiendo, y estaba a punto de tirar el móvil contra la pared, pero...
«You're way too beautiful girl, that's why it'll never work»...
—¿Dónde coño te has metido? —dije inmediatamente luego de pasar el dedo por la