23:00 hs. - Damián.
—¡Por la libertad! —gritó Román en medio del bar.
—¡Por la libertad! —lo acompañaron el resto de los allí presentes.
Hacía unas pocas horas, Santiago nos había comunicado a todos que los objetivos se habían cumplido y que, a partir de ese jueves, todos retomaríamos nuestros horarios habituales. Nos reunió a todos los de la planta y, cuando lo anunció, el estallido de júbilo fue monumental. Nos explicó que el miércoles teníamos que preparar informes detallados de todo lo hecho esas últimas semanas y que el jueves volviéramos a lo nuestro. Por ese motivo, Cristian y Román habían organizado una salida de copas para nuestro grupito de "amigos" y los que quisieran apuntarse.
—¿Por qué esa cara de muerto, Damián? ¡Anímate, hombre! ¡Que ya somos libres! —me regañó Alejandra antes de ofrecerme una caña.
—No tengo cara de muerto, lo que pasa es que estoy agotado... Hoy no paré en todo el día y anoche casi ni dormí —me expliqué.
—¡Ya tenemos mesa, señores! —gritó Cristian de