12:50 hs. - Salomé.
Agotada, exhausta, extenuada, muerta. ¿Quién fuera capaz de continuar luego de aquello? Me dolía la cara, la garganta, las manos, los bajos... Pero la sensación era maravillosa, colosal, magnífica, fenomenal. No podía moverme, pero ni falta que hacía. Podría haberme quedado a vivir ahí para siempre; arropada por el cuerpo de aquél hombre que me había enseñado a ser mujer; rodeada por los brazos de ese chico que me había hecho emprender ese viaje hacia una dimensión totalmente desconocida para mí; bajo la suprema protección de ese muchacho al que no le importaba ser el segundo plato de un tío que hacía días no se pasaba por casa. No podía estar más agradecida con él... con Fernando... con mi amante.
«You're way too beautiful girl, that's why it'll never work»
El sonido de ese maldito aparato me hizo volver al mundo real. Cada día odiaba más esa canción. La aborrecible voz de ese americanito, cuyo nombre ni me sabía, me hacía alcanzar niveles incalculados de rabia ca