Esteban
Las fotografías yacían en mi regazo. Ella había besado a Tristán y pasado la noche en su apartamento. Me había dicho que no quería estar con ningún otro hombre después de mí. Y me había mentido.
—¿Dónde está ahora? —Le pregunté a José.
—La última vez fue vista en el aeropuerto, Jefe. —Reveló, parado junto a mí.
Asentí, tomando las fotografías y dejándolas caer en la mesa lateral. Mi cabeza debía estar doliéndome lo suficiente como para enfermarme, pero ni siquiera podía sentirlo. Todo porque mi corazón estaba sangrando.
La puerta de la habitación del hospital se abrió y Nicolás, el nuevo hombre que contraté del equipo profesional de secretarios en la oficina, entró.
—Señor Calderón. —Asintió respetuosamente y se colocó junto a José.
José lo miró, pero no dijo nada.
—Sal. —Giré mi cabeza hacia la ventana que iba del techo al suelo en mi habitación de hospital.
—Nicolás, sal...
—Te estoy hablando a ti, José. Sal y cierra la puerta al salir. —Declaré, entrecerrando los ojos.
—Eh..