Gracia
Decir que estaba en shock sería quedarse corto.
Mi cabeza daba vueltas mientras los labios de Tristán se estrellaban contra mi boca. Fue un beso brusco, desesperado y que me dejó sin aliento.
No había nada de gentil en la forma en que sus brazos se apretaban alrededor de mi cintura atrayéndome a su regazo, ni en cómo se hundían sus dientes en mi labio inferior, instándome a abrir la boca para su lengua.
Me estremecí, con la implacable lluvia aún cayendo sobre mi cuerpo frío. El contraste entre su boca ardiente y sus manos cálidas sobre mi cuerpo, en medio del frío penetrante dejó mi mente entumecida y mis manos suspendidas en el aire.
¿Qué...?
Tristán separó nuestros labios y jadeó contra mis labios adoloridos. —Si vuelves a intentar hacer una estupidez así, me aseguraré de que nunca vuelvas a poner un pie fuera de tu habitación.
Parpadeé, completamente inmóvil en sus brazos. ¿Qué creía que estaba haciendo?
—¡Lucas! —Gritó Tristán, con su mirada aún fija en mi rostro confundido—