—Exacto, mi amor. Sin Rivera Infraestructura, los Rivera caerán muy por debajo de mí. ¿Qué crees que le pasará a tu amorcito después de eso? ¿Cómo podrá ir tras Lucía entonces? ¿Cómo podrá...? —los ojos de Esteban se encontraron con los míos nuevamente y de repente, me escuché preguntando.

—¿Por qué me enamoré de ti alguna vez, Esteban?

La sonrisa se desvaneció de sus labios. Liberé mi cintura de un tirón y me alejé.

—Hablas de destruir una empresa solo con unas mentiras como si no te importara cuánta gente tendrá que sufrir por eso. Y pensar que todo es por Lucía... —sonreí con amargura—. Tú... yo... me arrepiento. Me arrepentiré de esto toda mi vida. Amarte fue un pecado que nunca debí haber cometido. La gente tiene razón, Esteban. Después de saber que estabas enamorado de mi hermana, nunca debí haberme convertido en tu esposa porque te la merecías, y aún te la mereces.

Mi voz atrajo la atención, pero Esteban no apartó la mirada, ni yo tampoco. Lo fulminé con la mirada por un momento