Gracia
—Tristán, necesitas escucharme. —Instintivamente, salté detrás de él.
Caminó con pasos largos, alejándose con esa facilidad depredadora que me oprimía el corazón.
Antes de que pudiera alcanzarlo, una mano se cerró alrededor de mi muñeca y me jaló hacia atrás. Miré la mano, luego el rostro del hombre que me detenía.
La ira bullía bajo mi piel, amenazando con desbordarse. Desesperada, aparté la vista de Esteban y miré hacia la dirección donde había desaparecido Tristán, pero ni siquiera me dirigió una mirada, ni una sola vez.
—¿Fuiste tú? —Preguntó Esteban, clavando los dedos en mi carne.
Hice una mueca y liberé mi mano de un tirón. —Ojalá, pero eres demasiado estúpido para enfrentarte a Tristán, Esteban. Deberías rendirte, ahora.
—Esto es solo el comienzo. Un pequeño contratiempo no puede detenerme, Gracia. —Dijo Esteban, agarrando mi muñeca otra vez.
Apreté la mandíbula, lista para replicar, pero una voz familiar me hizo detenerme. Me dirigí hacia la barandilla, con la muñeca aú