Capítulo 33.

Albert y su padre caminaron por 20 minutos en un túnel al escapar del edificio corporativo por uno de los pasadizos secretos. Salieron directo a un parqueo donde los esperaban dos coches con guardaespaldas.

—¡Escúchame bien, Albert! No irás por esa mujer, es una orden.

—No me iré sin ella. Te veré en el aeropuerto —caminó hacia el otro vehículo.

—Armando te matará —advirtió molesto y preocupado.

—Bueno, al menos ya no tendrás que elegir padre —respondió con amargura y con más decisión subió al auto.

Max no podía creerlo, su estúpido hijo no entendía la gravedad de la situación. Pero a pesar de todo, lo amaba, era su único hijo y sabía que lo perdería si no intervenía.

En el restaurante Armando estaba muy bien posicionado, tenía todos los flancos cubiertos. Los sensores de armas que había colocado vibraron. Rápido visualizó como dos tipos entraban con Albert al lugar, actuaron como si alguien los estuviera esperando y así pasaron más rápido.

—Miguel, Albert está aquí —le avisaba por me
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