Killiam
Mi cuerpo se sacude con temblores violentos mientras las lágrimas me mojan el rostro.
Tengo ganas de destruir todo acá, de gritar, de reclamarle a alguien; sin embargo, reprimo el huracán de emociones que remueve todo mi interior y me encojo tanto en la silla que termino cayendo.
En el suelo, suelto esos gemidos dolorosos que ya no puedo retener.
Duele...
—Lara, perdón... —lloro contra el suelo. El olor a pino me inunda las fosas nasales y la frialdad de la superficie se mezcla con la humedad que provocan mis lágrimas.
Lara es inocente... Ella...
¡Maldición!
No lo soporto. Necesito sacar este fuego que me quema o estallaré, pero no debo hacerlo aquí, no sin saber quién es el enemigo, el culpable de que las dos personas más importantes de mi vida no estén conmigo.
No, debo actuar con sabiduría. Si se dan cuenta de lo que me sucede, los pondré en sobreaviso.
Con eso en mente, decido buscar un sitio donde pueda liberar mi tormento.
No espero a Kul ni a su antídoto, sino que salg