Lara
Un calorcito agradable me acaricia el rostro y no puedo evitar sonreír por lo bien que se siente.
—¡Qué dormilona! Te dije que te levantaras temprano.
Ese reclamo se escucha lejano, como un susurro que decido ignorar para seguir durmiendo.
—¡Levántate! —exclama alguien, y el impacto de aquella voz me sobresalta, así que abro los ojos de golpe y me incorporo en la cama, asustada y un poco desorientada.
Tan cómoda que estoy...
—¿Por qué gritas? —me quejo mientras me froto los ojos.
El rey fae suspira, y puedo percibir el aire que sale de su boca, también la tensión que desborda de su ser. Es así como termino despertándome.
Lo miro con los ojos entrecerrados y noto que tiene los brazos cruzados y su mirada clavada en mí.
Vuelvo a cerrar los ojos y los aprieto, temiendo su reacción, pero luego dejo escapar un suspiro profundo y estiro los brazos para terminar de despertarme.
—¿Por qué todavía estás acostada? Te he estado esperando —pregunta él.
Me abrazo a mí misma y lo ignoro.
—¿Y t