Lara
La brisa fresca y cálida me susurra y acaricia, lo que se siente muy reconfortante, pues la impresión me ha dejado la piel helada, así que ese soplo de calor contrasta con la gelidez de mis músculos.
—Vaya... —balbuceo, completamente impresionada—. ¿Qué es este lugar?
Miro a mi alrededor, buscando el portal que me transportó aquí, mas no hay señal de este, ni de los entes escalofriantes, tampoco del sitio gris y melancólico.
—De verdad fui transportada —razono con emoción.
Guau, estoy maravillada.
No solo por el hecho de haber traspasado un portal real, sino también por la belleza de este territorio tan peculiar.
Hay montañas gigantescas de colores. ¡Sí, de colores!
Algunas rosas, otras violetas, amarillas y azules.
Según puedo vislumbrar a esa distancia, su color se debe a los árboles que las decoran.
Es tan hermoso que quiero llorar.
Observo a mi alrededor y noto que la grama aquí es suave como la pluma y tiene un tono amarillento que se difumina con un verde claro.
No solo es