Lara
Observo el horizonte que se enorgullece de una libertad que yo no poseo. Mi corazón late con inquietud porque anhelo correr hacia allá y encontrar un lugar del que me sienta parte.
Suelto un largo suspiro para no llorar.
Mis primeras décadas las viví sintiendo que no pertenecía a lo que debía ser mi hogar. Estaba sola y me mantenía oculta para no molestar a nadie.
Todo cambió cuando Killiam y yo nos encontramos. Desde ese día jamás me sentí sola ni desamparada y supe lo que era tener un verdadero hogar.
—Es tan injusto —mascullo mientras golpeo el marco de la ventana con mi puño derecho—. Otra vez estoy sin hogar y sola.
Otro suspiro deja mis labios mientras mis ojos se clavan en las montañas que se burlan de mi esclavitud.
Entonces lo decido. Quiero saber exactamente dónde estoy y qué hay más allá del jardín que se ha convertido en mi reja.
Salgo con sigilo hasta el patio y, aunque no hay nadie por los alrededores, me siento observada.
En el jardín distraigo la vista con las va