La noticia se propagó como pólvora.

En menos de 24 horas, *Valentina Duarte y Sebastián Reyes* eran tendencia nacional.

Los medios financieros lo llamaban “alianza estratégica”.

Los tabloides lo titulaban “romance en las alturas”.

Pero lo que nadie sabía…

es que detrás de ese escándalo, Sebastián ya había empezado a mover sus fichas.

Mandó silenciar la columna original.

Presionó al grupo editorial con llamadas directas, amenazas legales y promesas veladas.

Localizó al periodista que filtró la foto… y le hizo una oferta que no pudo rechazar: silencio eterno o ruina inmediata.

Luego, dio el paso final.

Una entrevista rápida. Un comentario público. Una jugada precisa.

> “Valentina es una mujer brillante, admirable… y sí, estamos compartiendo más que negocios. Estoy orgulloso de eso.”

La frase dio la vuelta al país.

Valentina lo vio desde su despacho, con el celular temblando en la mano.

Él lo había hecho.

Había confirmado lo que ella aún no sabía si quería aceptar.

Sintió