Valentina no sabía si lo que sentía era miedo, rabia o ambas cosas al mismo tiempo. Desde que descubrió la transferencia a su nombre y la conexión con Sebastián Reyes, su mente no había dejado de girar. Todo lo que creía conocer se tambaleaba. Ya no confiaba en Tomás, y ahora ni siquiera podía confiar en su propia memoria. ¿Había estado siendo manipulada desde el principio?
Pasó la mayor parte de la mañana intentando encontrar más datos sobre Reyes, pero las búsquedas online eran un campo minado de titulares elogiosos, entrevistas cuidadosamente curadas y fotos de eventos de caridad. Nadie con ese tipo de presencia mediática era inocente. Todo era calculado. Diseñado. Limpio.
Estaba por cerrar su portátil cuando el timbre de la recepción sonó. No esperaba ningún paquete. Cuando bajó, el conserje le entregó un sobre negro, grueso, sin remitente. Sólo su nombre, escrito a mano con caligrafía pulcra en tinta plateada.
Subió con el sobre entre las manos como si sostuviera una bomba de tie