Luciana / Soy el tipo de gay que salió del closet.
Volver a la tienda de discos parecía una gran idea cuando lo planeé en mi cabeza, pero ahora, parada frente a la puerta, no estoy tan segura. Han pasado cinco días desde nuestra primera llamada, y Gabriel y yo no hemos parado: mensajes subidos de tono, fotos que me hacen sudar, charlas que duran horas. Pero no es suficiente. Quiero verlo, sentirlo en persona, no solo imaginarlo a través de una pantalla. Me paso los dedos por el cabello, acomodo mi blusa beige, reviso que mi pantalón esté en su lugar y me digo que soy valiente. Empujo la puerta y entro.
“Flor pálida” suena en las bocinas, y el ambiente huele a vinilo y madera. Carlos, el chico que me comía con la mirada la última vez, está tras la caja, regañando a la cajera que escaneó mi disco. Verónica, la de “no te conozco, pero te odio”, está cerca, pero ¿dónde está Margarita, la rubia que me llamó perra? No la veo. Menos mal, porque no estoy de humor para pelear como perras por un hueso.
Carlos me ve y codea a Gabriel, que está d