Entré a Aether Corp a la mañana siguiente con una sensación extraña. Mi cuerpo estaba tan cansado como siempre, pero había un fuego en mis venas que no era café. El contrato con Rogue era peligroso, sí, pero también me había inyectado una dosis necesaria de propósito. Por fin estaba usando mi verdadero talento, y por una causa tangible.
El traje de Aether Corp se sintió, por primera vez, como un disfraz. Una farsa.
Estaba organizando los archivos digitales cuando Spencer me llamó a su oficina.
—Casey. El informe de la Junta sobre la distribución de las acciones de NetWatch. Lo necesito impreso en papel de alta calidad. Y deje de tararear.
Me había pillado tarareando. Era un ritmo, sí, pero esta vez no era la cadencia de un motor, sino la emoción sorda del rugido de la victoria de Rogue.
—Lo siento, señor Blackwood —respondí, intentando borrar la sonrisa tonta que había estado flotando en mi rostro.
Él levantó la vista del documento que revisaba, y sus ojos grises se fijaron en mí con