12. ¡No vuelvas a ponerme una mano encima!

Cristo se quedó Lívido por un segundo antes de reaccionar a la voz preocupada de Galilea; en seguida, salió del despacho en apenas tres zancadas y allí la encontró, sus ojos estaban desorbitados, el rostro empapado y… su cuerpo temblaba con una pequeña Salomé laxa entre sus brazos.

— ¿Qué ha pasado? — preguntó tan pronto se la arrebató de los suyos y se hincó de rodillas al suelo.

— N-no… no… lo sé, se ha desmayado en el baño — logró decir, presa del pánico.

— Salomé, cariño, ¿qué tienes? — rogó saber muerto de miedo — ¡Leandro, Benicio, preparen el helicóptero y avisen al hospital de rio que llegaremos en seguida!

— ¡Si, patrón!

Cargó a la pequeña sin demasiada dificultad y salió de allí corriendo; jamás había experimentado el terror de forma tan cruda, ni siquiera cuando le avisaron por una llamada que su mujer acababa de tener un accidente que le provocó la muerte de forma inmediata.

Galilea, como pudo y sin importarle el dolor todavía seguía provocando su herida, lo siguió detrás
Leia este capítulo gratuitamente no aplicativo >

Capítulos relacionados

Último capítulo