Una mujer con traje ejecutivo, gafas y un hablar pausado se presentó frente a Estefanía con intenciones de ver a Johannes. No tenía una cita y la agenda del hombre estaba copada, pero en cuanto él escuchó su nombre, pidió que cancelaran todo para recibirla.
—¿Sabes quién es? —le preguntó Estefanía a Danae, intrigada.
Ojalá tuviera fotos de las personas importantes en la empresa para reconocerlas y recibirlas como correspondía, con el mismo trato preferencial que les daba su jefe.
—Alguien que puede entrar sin una cita, alguien especial —respondió la rubia, con cierto desprecio, y Estefanía supuso que sabía más de lo que decía—. Da igual, yo también puedo divertirme con quien me dé la gana. Hoy es viernes y me iré de fiesta. ¿Quieres acompañarme?
—No, no soy de ir a fiestas —respondió Estefanía, sin ganas.
—Vamos, será divertido. Puedo presentarte a algunos chicos que te hagan pasar un buen rato.
Estefanía negó, pensando en alguna excusa cuando en realidad no tenía ninguna, salvo