Sheily le ordenó a Johannes que se sentara en el sillón en cuanto llegó. Él dejó su maletín junto a la entrada y colgó su chaqueta en el perchero antes de obedecer.
—Quítate la camisa —ordenó luego ella y lo observó proceder con lentitud ritual. Caminó alrededor de él, envolviéndolo con su presencia y el aroma de su perfume, que Johannes había tenido la delicadeza de reponerle.
Le dio unas buenas miradas al atlético torso, al vientre plano que antes había sido una panza y avanzó hacia él enfundada en la corta bata de dormir. Parada a su espalda, le puso el collar que llevaba escrito el nombre de Bobby, luego le inclinó la cabeza hacia atrás y lo besó lentamente para terminar deslizándole la lengua hasta el mentón.
Lo oyó suspirar y fue hacia el frente, le ubicó una rodilla en la entrepierna y presionó. Johannes tragó saliva por la ruda maniobra que, sumado a lo demás, ya lo tenía bastante endurecido.
—¿Qué significa tu tatuaje? —lo interrogó Sheily mientras presionaba cada vez más.