Mundo ficciónIniciar sesiónEl silencio oscuro de la bóveda se tragó las últimas palabras de Isabela. "Así que mis padres murieron por una mentira... Y tu padre vivió por ella." La acusación no llevaba ira, sino una verdad tan cruda que resonaba en cada esquina de la villa moribunda. Alessandro se quedó inmóvil, la carta arrugada en su puño, el peso de dos generaciones de engaño aplastándolo. La imagen del Dimitri Volkov joven en la diapositiva final, observándolos con esa sonrisa depredadora, se había grabado a fuego en su mente, la prueba irrefutable de un fantasma que había manipulado sus vidas desde las sombras.
Entonces, Alessandro se movió. No con una palabra, sino con una acción, el primer gesto de una dinámica irrevocablemente alterada. Extendió una mano hacia Isabela, no para tocarla, no para consolarla con un contacto que aún se sentía prohibido entre ellos, sino como una ofrenda silenciosa, un gesto de tregua, de reconocimiento de una deuda incalculable. Su palma abierta, una invitación a un







