El cursor parpadeó, un pequeño corazón latiendo en la oscuridad de la pantalla, marcando el tempo del pulso de Isabela. "Certificado de Matrimonio: Lombardi, A. & Moretti, I.". La frase estaba allí, una acusación, una plegaria. Pulsó Enter.

La pantalla no se quedó en blanco. El sistema, un laberinto de archivos legales y financieros que abarcaba décadas, procesó la petición con una eficiencia impersonal. Y entonces, apareció.

Un único resultado.

No era un mar de datos en el que tuviera que bucear. Era una sola línea, clara, nítida y aterradora. Un archivo PDF, marcado con un candado rojo de alta encriptación.

El nombre del archivo era una sentencia: ACUERDO PRENUPCIAL Y CERTIFICADO - LOMBARDI/MORETTI.

Un muro. Un candado. Una contraseña. Por un momento, la frustración amenazó con abrumarla. Pero la Isabela que había sobrevivido a la humillación, a la jaula dorada y a la verdad rota de su pasado no se rindió. La analista experta tomó el control.

Se enfrentó a la ventana de la contraseñ