Capitulo 26. Preguntas De Un Fantasma
El sueño fue un lujo que Isabela no pudo permitirse. La noche en el búnker no fue un período de descanso, sino un crisol. Se sentó en la oscuridad, la luz de la pantalla iluminando su rostro, pero su mente no estaba en los números de Bellini. Estaba en la revelación que ardía detrás de sus ojos: Alessandro. Fideicomisario. Antonella. Las palabras daban vueltas y vueltas, formando una constelación de engaños tan vasta que amenazaba con consumirla.
Se dio cuenta, con una claridad helada, de que una confrontación directa sería un suicidio estratégico. Irrumpir en la sala y gritar: "¡Sé que eras el fideicomisario de mi madre! ¡Has estado mintiendo!", solo la llevaría a una negación rotunda y, probablemente, a una celda real en lugar de una metafórica. Él era un maestro de la manipulación. Para vencerlo, no podía usar la fuerza bruta. Tenía que usar su propio juego en su contra.
Su estrategia se forjó en las horas silenciosas antes del amanecer. Fingiría seguir la pista de Bellini. Pero la