Capitulo 14. La Primera LLave
La última palabra de Elena —demasiado— quedó flotando en el aire viciado de mi suite, un fantasma con el peso de una confesión. Cuando la puerta se deslizó, cerrándose con un siseo silencioso, el eco de esa palabra no se desvaneció. Se instaló en mi pecho, no como una respuesta, sino como una llave. Pequeña, oxidada, pero una llave al fin.
No dormí. El lujo de la cama, con sus sábanas de un hilo incontable, me parecía una tumba de seda. Pasé la noche en el suelo, la espalda apoyada contra el frío cristal del ventanal, la tableta en mi regazo. La historia de los Moretti ya no era un simple libro; era un mapa del tesoro encriptado. Y la frase de Elena era la primera coordenada. Amaba a su familia... a veces, demasiado.
No era una declaración de afecto. Era una justificación. Una coartada póstuma para las acciones de mi abuelo. Cada acuerdo sospechoso, cada inversión fallida con Marco Bellini, cada decisión que había leído como un error o una traición, ahora la releía bajo una nueva luz.