La noche se extendía como un manto de terciopelo negro sobre el territorio Blackthorn. Brianna permanecía sentada junto a la ventana de su habitación, contemplando el cielo donde la luna comenzaba a menguar. Pronto desaparecería por completo, dando paso a algo que todos en la manada parecían temer: la Luna del Eclipse.
Sus dedos tamborileaban nerviosamente sobre el alféizar mientras su mente no dejaba de dar vueltas al mismo pensamiento que la atormentaba desde hacía días.
Lyanna. Tengo una hermana.
La revelación había caído sobre ella como un rayo, desgarrando todo lo que creía saber sobre sí misma. ¿Cómo era posible? Su padre nunca había mencionado a otra hija, ni siquiera en sus momentos de ebriedad cuando las verdades solían escapársele entre los labios empapados de whisky.
—¿Por qué no me lo dijiste? —susurró al vacío, sabiendo que la pregunta iba dirigida a Damien, aunque él no estuviera presente.
El Alfa había estado evitándola desde el incidente con Lucan. O quizás era ella qu