El anuncio llegó durante el desayuno, cuando Lord Adrian se aclaró la garganta y todos los ojos se posaron sobre él.

—Este sábado —dijo con voz firme— celebraremos un baile en la mansión. Pequeño, pero formal. Es hora de que esta casa vuelva a tener algo de vida.

Un silencio atónito precedió a la reacción. Incluso Sophia permaneció inmóvil, con sus ojos azules fijos en su padre, una pregunta silenciosa flotando entre ambos.

Clara sintió que el suelo se movía bajo sus pies. Un baile significaba invitados, ojos curiosos, preguntas. Significaba exponerse. Y después de las cartas anónimas, después de que Victor la estuviera investigando, un baile era lo último que necesitaba.

—¿Puedo preguntar el motivo, milord? —se atrevió a decir, intentando que su voz no traicionara su inquietud.

Adrian la miró directamente, con esa intensidad de sus ojos verdes que siempre la desarmaba.

—La vida continúa, señorita Morel. Y esta familia necesita recordarlo.

Los días siguientes fueron un torbellino de pr