El bosque se cerró a su alrededor como una trampa. Clara sintió que el aire abandonaba sus pulmones mientras la figura encapuchada permanecía inmóvil frente a ella, con Sophia aferrada a su mano. La pequeña no parecía asustada, sino curiosa, como si aquel extraño fuera una aparición fascinante en lugar de amenazante.
—Evelyn D'Armont —repitió el hombre, y su voz resonó entre los árboles como un eco de otro tiempo—. O debería decir... Clara Morel.
Cada sílaba de su nombre falso sonó como una burla en los labios del desconocido. Clara instintivamente dio un paso atrás, colocándose entre Sophia y el hombre.
—No sé de quién habla —respondió con voz temblorosa—. Soy Clara Morel, institutriz de los Delacroix.
El hombre se quitó la capucha con un movimiento lento, casi teatral. El rostro q