La vida de Bianca, antes tan ordenada y predecible, ahora parecía un caos constante. Desde que Luca había entrado en su mundo, todo lo que daba por seguro comenzó a desmoronarse. Las miradas inquisitivas de su madre, las preguntas sutiles de sus amigas y la presencia insistente de Stefano habían creado una atmósfera sofocante.
Esa mañana, mientras desayunaba con su familia, sintió el peso de las expectativas sobre sus hombros. Giovanna, siempre atenta a cada detalle, la miraba con una mezcla de sospecha y desaprobación.
—Stefano me ha dicho que estarás en el evento de caridad este fin de semana con él —comentó su madre, con una sonrisa tensa.
Bianca apenas levantó la vista de