Luca caminaba por las calles de Milán al atardecer, sintiendo cómo las sombras del pasado comenzaban a cerrarse sobre él una vez más. Había trabajado meses para construir una vida legítima, pero los desafíos seguían acumulándose. Algunos de sus aliados más antiguos estaban impacientes, murmurando que su liderazgo había perdido fuerza desde que decidió abandonar el mundo criminal.
—Necesitamos tomar decisiones, Luca —dijo Marco, mientras ambos compartían una copa de vino en la pequeña oficina de Luca—. Cesare puede estar debilitado, pero no está acabado. Si no damos un golpe pronto, los hombres comenzarán a dudar de ti.
Luca apretó los dientes, sintiendo la presión como un peso insoportable sobre sus hombros. Había pr