34. ¿Fuiste tú?

El reconocimiento debió sorprenderlos, pero ambos se encontraban perdidos en la nube del placer que decidieron, relegar las preguntas para, más adelante. Ahora, simplemente eran dos cuerpos entregándose a la pasión sin medidas ni reservas.

Knox se mordió el interior de la mejilla para mantenerse cuerdo. Quería golpear el interior de Nova sin clemencia, pero esta era su primera vez en mucho tiempo y odiaría comportarse como un animal, porque no lo era.

—¡Aah! —gimió Nova, moviendo las caderas. Alentando a Knox a acelerar sus movimientos.

—Nova —musitó Knox. Su tono era bajo y ronco.

Ella no respondió, buscó sus labios y se apoderó de ellos. Se sentía hambrienta, sedienta, que las palabras eran innecesarias en ese momento.

—Por favor, Knox —pidió, sintiendo que estaba cerca de caer por un precipicio, pero que, al mismo tiempo, algo la sostenía.

Su interior se sacudía con cada penetración, cerrándose sobre el duro pene de Knox como un guante, y, aun así, sentía que algo