Cap. 85. Basta, Leonardo
Mariano caminaba rápido entre las lápidas, alumbrando con la linterna de su celular. Francesco lo seguía con paso firme, revisando cada detalle.
- “Aquí tiene que ser”, murmuró Mariano, revisando nombres en las lápidas. “Donde reposa Esperanza, ¿qué otra cosa puede significar?, es la tumba de su Nana”.
- “No me cuadra. Él sabría que llegaríamos a este lugar”, dijo Francesco.
Mariano lo miró con fastidio.
- “¿Y si lo escribió con doble sentido? Igual no podemos arriesgarnos a dejar un sitio sin revisar”, expresó Mariano.
Francesco apretó la mandíbula, pero continuó la búsqueda. La sensación de estar corriendo detrás de sombras lo irritaba.
Por otro lado, Caroline aparcó el auto en la penumbra, bajó con manos temblorosas, reconociendo al instante los senderos. Ese jardín había sido el refugio de su Nana, un sitio de calma en medio del infierno que fue su matrimonio.
El eco de un recuerdo le atravesó la mente, la risa cansada de su Nana, las horas de lectura bajo la sombra