Mundo ficciónIniciar sesiónLa mansión estaba llena de pequeños sonidos cotidianos, el arrullo suave de la bebé en brazos de Caroline, la risa bajita de Mariano al verla intentar acomodarla en su pecho, el tintinear de la vajilla mientras el personal preparaba la mesa.
Era un día tranquilo, de esos que parecían no tener prisa. Caroline, algo cansada todavía, llevaba un vestido ligero, el cabello recogido de manera descuidada. Mariano no dejaba de mirarla con esa mezcla de orgullo y ternura que se le escapaba en gestos, acercándole un vaso de agua, acomodándole un cojín en la espalda, o acariciándole la mano cada vez que pasaba junto a ella. - “No hace falta que estés tan pendiente de mí, Mariano”, dijo Caroline, entre risas suaves. - “Sí hace falta”, replicó él, acomodándole el cojín. “¿O acaso me vas a prohibir cuidarte?” - “Nunca podría prohibirte nada”, murmuró ella, bajando la mirada a la bebé. “Solo que






