Cap. 13. Una chispa de amor verdadero
El calor del sol caía fuerte aquella tarde. Caroline, que en el pueblo todos llamaban Paulina, luchaba con una cubeta de agua que se le resbalaba entre las manos. El pozo estaba a pocos metros, pero cada paso parecía más pesado que el anterior. El sudor le corría por la frente y, aun así, sentía que cargar aquella cubeta era una forma de probarse a sí misma, de convencerse de que podía con todo, aunque estuviera sola.
- "¿Quiere que te ayude?", la voz de Mariano la sorprendió.
Él apareció con la camisa arremangada, el cabello algo húmedo de sudor, había estado ayudando a unos ancianos con unos bultos, y esa expresión serena que, lejos de incomodarla, le ofrecía un extraño respiro. Había una suavidad en sus gestos que la desconcertaba; y Mariano disfrutaba la sencillez, ocultando que detrás de él había una fortuna millonaria que había creado por su cuenta.
- "No, puedo sola", respondió ella con firmeza, aunque sus brazos temblaban bajo el peso del balde.
La cubeta se inclinó pe