El vestidor femenino del Oblivion Lounge era un espacio bien iluminado y con poca privacidad, donde el pudor y la vergüenza desaparecían ante la exposición de cuerpos cada vez más perfectos.
Los espejos que cubrían las paredes se alternaban con las largas mesas de maquillajes que también poseían amplios espejos llenos de luces, permitiendo que las empleadas y acompañantes tuvieran donde arreglarse para lucir siempre impecables. Extrañamente, la larga habitación parecía una fantasía de glamour y burlesque, en el que hermosas mujeres exponían sus hermosas curvas mientras coloreaban sus labios de tonos sensuales.
Emilia estaba de pie frente a uno de ellos, sosteniendo el ajustado vestido negro que era el uniforme, ataviándoselo con precisión para comenzar su turno. La tenue melodía de la música se filtraba cada vez que alguien entraba o salía del ves