Dante Moretti entró a su despacho con pasos firmes y pesados, cerrando la puerta de golpe tras de sí.
Su pecho subía y bajaba con fuerza contenida, su mandíbula estaba tensa y sus puños apretaban el teléfono de Alicia con tal fuerza que sus nudillos se tornaron blancos.
Se dirigió al mueble bar y tomó una botella de whisky, sirviéndose un vaso sin prisa. El sonido del líquido al chocar contra el cristal fue lo único que rompió el pesado silencio de la habitación.
Llevó el vaso a sus labios y bebió de un solo trago, sintiendo el ardor recorrer su garganta.
Pero no fue suficiente para calmar la tormenta en su interior.
Sus ojos, oscuros como la noche, cayeron sobre el teléfono en su mano.
Marcus.
Su mirada se tornó aún más peligrosa, asesina. Si aquel hombre estuviera frente a él en ese instante, no dudaría en enterrarlo vivo.
Apretó la mandíbula con tanta fuerza que un músculo en su cuello se marcó.
"¿Qué demonios estabas haciendo, Alicia?"
Sabía que la mujer era obstinada, que tenía u