31. El Primer Choque
La mansión se levantaba al final del camino como una herida que nunca había terminado de cerrar. Aquel lugar, que alguna vez había sido suyo, ahora la recibía con el frío de la traición. Los muros blancos, las columnas imponentes y los ventanales de vidrio parecían mirarla con desdén, recordándole que había sido expulsada de allí como si fuera un objeto desechado.
Pero Shaya Moore no era la misma mujer que se había marchado bajo la nieve, rota y humillada. Ahora vestía un traje sobrio, elegante, de color marfil que resaltaba su figura y su nueva seguridad. El abrigo largo ondeaba con la brisa de invierno mientras avanzaba por el sendero de piedra. Cada paso resonaba como un golpe de martillo contra los fantasmas del pasado.
A su lado, caminaba el abogado que Eryx Allen le había proporcionado, un hombre de mirada acerada y voz tranquila, que irradiaba confianza y autoridad. No necesitaba demasiadas palabras; bastaba con su sola presencia para que todos entendieran que Shaya no venía so