Seis meses pueden pasar como un suspiro… o como un torbellino que arrastra todo a su paso. En nuestro caso, fue lo segundo.
Desde que Santiago y yo nos mudamos, nuestras vidas parecían haber entrado en una especie de vorágine constante, donde los días se medían por juntas, entregas, conferencias, vuelos y cenas con clientes. Todo se había acelerado. Incluso los silencios.
Yo vivía con un calendario en la mano. Entre sesiones creativas, correcciones de última hora, presentaciones para marcas globales y entrevistas con revistas de diseño, había llegado a convertirme en una de las diseñadoras más solicitadas del circuito creativo europeo. Mi nombre aparecía en catálogos, artículos, incluso en exposiciones de