La tensión en el aire era tan densa que Sofía sentía que apenas podía respirar. Todo había pasado demasiado rápido: el disparo, los cuerpos cayendo, el eco de la violencia rebotando en las paredes del almacén vacío. Creyó que lo peor había terminado, que el horror había quedado atrás con la caída de Julián... pero estaba equivocada.
Muy equivocada.
Desde las sombras, un destello plateado surgió. Una pistola.
Y, con ella, una última chispa de odio.
Julián, maltrecho pero no derrotado, tambaleaba hacia ellos, su rostro una máscara de furia desbordada. Su brazo tembloroso se alzó, apuntando directamente a So