121. ¿Qué quieren de nosotras?
Ciro y Hanna se encontraban en el jardín, sonriendo satisfechos. Ambos miraban a su alrededor con una expresión de orgullo brillando en sus ojos.
—Todo está perfecto — afirmó Ciro, dirigiéndose a su hija. Esta alzó su mano derecha, y Ciro chocó su palma abierta contra la de ella, celebrando el éxito de sus preparativos.
—Solo falta que mamá y las abuelitas lleguen — comentó la pequeña con entusiasmo.
—Exacto, no deberían tardar en llegar. Será mejor que tú y yo nos vayamos a cambiar de ropa — sugirió Ciro.
Hanna asintió y, en brazos de su padre, se adentraron en la mansión. Una doncella se acercó para llevar a Hanna a su habitación, donde sería bañada y vestida para la ocasión.
Mientras tanto, Ciro se dispuso a hacer lo mismo, pero no sin antes revisar un mensaje que había recibido en su móvil.
Julia, Alice y María estaban sentadas en el coche completamente en silencio sin saber que pretendían hacer con ellas. A pesar de los cristales tintados, podían sentir la mirada intensa de los