125. Soy tan tuya mi Amor.

El tacto cálido de las manos de Ciro se sintió como un fuego lento recorriendo el cuerpo de Julia. Sus dedos, con movimientos precisos y suaves, comenzaron a deslizar el vestido de novia de su cuerpo, haciendo que la piel de Julia se erizara ante su contacto. Cada centímetro de piel que quedaba al descubierto era explorado con reverencia, como si fuese un tesoro que por fin podía ser descubierto, como si apretara demasiado pudiera romperla y a la vez con posesividad, como si pudiera desvanecerse y dejar de estar allí.

Julia cerró los ojos, permitiéndose sumergirse en el océano de sensaciones que le provocaba Ciro. El sentimiento de estar completamente expuesta ante él en medio del campo, en plena naturaleza, no era aterrador, sino todo lo contrario. Se sentía liberadora y verdadera, como si en ese momento, desnuda ante el hombre que amaba, estuviera mostrando no solo su cuerpo, sino también su alma.

—Julia, no me tortures, desvísteme rápido o lo haré yo…— Aseguró Ciro impaciente.

Juli
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