Volvieron a Brasil dos días después. Habían aprovechado el tiempo nunca. Llegaron a la mansión agarrados de la mano y riendo de cualquier cosa.
Al verlos así de juntos y felices, las mujeres de aquella maravillosa familia se mostraron encantadas, sobre todo Julia Torrealba, que al fin podía ver que la tranquilidad reinaba alrededor de ese par de enamorados.
— ¡Me alegra tanto verlos así de felices y unidos! — expresó con felicidad —. ¡Espero que su relación se fortalezca más a partir de ahora!
La pareja se miró. Estaban tan embelesados con el otro.
— De hecho, madre, ya no hay nada que nos separe, sobre todo con la noticia que les tenemos — comentó el CEO.
— ¿Qué noticia? — preguntó Elizabeth, que traía al pequeño César en brazos después de una siesta.
Ana Paula tomó al pequeño contra su cálido pecho y le dio un dulce beso en la cabecita. Lo había echado de menos como una loca.
— Bueno… le he pedido a Ana Paula que… nos volvamos a casar.
— Y yo he dicho que sí — secundó ella, s