2 meses después…
— ¿Y bien, Elizabeth? ¿Cómo te sientes? ¿Estás lista para volver a São Paulo? — le preguntó la psicóloga aquella última tarde en la que se verían.
Tuvo un escalofrío. No porque no estuviese lista… sino por todo a lo que había tenido que enfrentarse para llegar a ese punto.
Mostró una sonrisa.
— No puedo evitar sentirme nerviosa.
La mujer le devolvió el gesto. Estaban sentadas la una frente a la otra.
— Es completamente normal — le dijo —. ¿Recuerdas nuestra primera consulta?
Se recordó hecha pedazos, con miedo al futuro y a sí misma... a no volver a ser ella, a quedarse atrapada en ese oscuro pasado y a que la sombra de Renato no la dejara nunca en paz.
— Escucho su voz en mi cabeza — recordó haberle dicho. Había tenido que armarse de un necesario valor para hacerlo.
La mujer asintió, paciente.
— ¿Y qué te dice esa voz?
— Cosas horribles, y ha empeorado desde que… — bajó la mirada, sin poder continuar.
— Decidió quitarse la vida en frente de ti porque querí