78. Un largo camino por recorrer
Una semana y media después, la pequeña Raquel ya presentaba afortunadas mejorías, y tan solo un par de días más tarde, les dieron la noticia: Estaba oficialmente fuera de peligro.
— Entonces… ¿Ya puedo volver a casa, doctor? — preguntó la niña con alegría, recostada sobre sus almohaditas.
El doctor y Elizabeth y rieron.
— Sí, pequeñita, pero debes cuidarte mucho e ir con calma.
— ¡Yupi, sí, ya quiero volver a casa con mi abuelita, mi bisa, mi tío Santos, mi tía Pauli y mi primito César! — incluyó a cada uno con emoción.
En eso, entró Leonas. Él no se había movido de ese hospital por ningún motivo, y cuando lo hacía, no demoraba en volver.
Los ojos de la dulce Raquel se iluminaron en cuanto lo vieron.
— ¡Leonas! — estiró los brazos — ¿Si escuchaste lo que dijo el doctor? ¡Ya podré volver a casa!
— Eso es una excelente, noticia, pequeña — besó su frente y alzó una pequeña bolsa —. Mira lo que te traje.
Helado, galletas y su fruta favorita. Detrás de él… un gran peluche que hicie